viernes, 21 de agosto de 2009

desde revista Xibalba nº 2

Matrimonio: amor enjaulado.
Extracto de algunos apuntes del texto creado por Proyectil Fetal cuando se aprueba el matrimonio gay en la
ciudad de Buenos Aires. (Proyectilfetal@yahoo.com.ar)


Para empezar, y siguiendo a Judith Butler en Deshacer el Género, la primera apreciación que deberíamos hacer es la diferencia entre matrimonio y parentalidad, y entre parentalidad y parentesco. En la noción popular que el difuso activismo GLTB en general también ayuda a respaldar, las tres nociones se confunden y se homologan en una sola, todos productos de la primera- matrimonio - encargada, como efecto colateral, de organizar la sexualidad al servicio de la producción y reproducción.
(...) Más aún, muchas relaciones de parentesco hoy por hoy, a la vuelta de casa, delante de nuestras narices, no se ajustan al modelo de la familia nuclear y exceden las concepciones jurídicas vigentes y funcionan, de hecho, según pautas no formalizables.
El parentesco existe, asuma o no una forma familiar reconocible por el Estado y sus instituciones.
Pero si la parentalidad y el parentesco son solo legibles en términos de contratos matrimoniales y/o uniones civiles, nunca podrán ser ya separados de las cuestiones de propiedad privada, concibiendo a las personas como propiedad de sus progenitores y sus parejas. Asimismo, se volverá a repetir la ficción mítica de los lazos de sangre como lo más sagrado y de los intereses nacionales y raciales que sustentan tales lazos, porque el matrimonio, gay o no gay, tiene como principal objetivo establecer el racionamiento simbólico de las relaciones de pareja y de sus frutos por parte del Estado.

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