viernes, 21 de agosto de 2009

desde revista Xibalba nº 1

Rafael Barret: Buen comentador de la obra de Tolstoi, Anatole France, Zola, Gorki, entre otros, y gran conocedor de la historia social-política de su época y de la precedente, Rafael Barrett nace a principios de 1876 en España, cosechando la estima de Lorca o amigos como del Valle Inclán.
Un altercado con la aristocracia madrileña lo lleva a viajar a América, donde el duelista alternará residencia entre Buenos Aires, Montevideo, Asunción o el Mato Grosso, gran parte del tiempo perseguido, encarcelado o deportado, registrando en varios periódicos su notable lucidez.
Muere a los 36 años en Francia, buscando una cura para la tuberculosis que lo consumía.
Admirado por Rodó, Borges y otros, el gran escritor anarquista es considerado el fundador de la literatura paraguaya. Sus obras completas cuentan con títulos como “Moralidades actuales”, “Lo que son los yerbatales”, “Diálogos, conversaciones y epifonemas”, “Cuentos breves” y otros escritos que, cien años después, continúan vigentes.

"El mecanismo de esclavitud es el siguiente: no se le conchaba jamás al peón sin anticiparle una cierta suma que el infeliz gasta en el acto o deja a su familia. Se firma ante un juez un contrato en el cual consta el monto del anticipo, estipulándose que el patrón será reembolsado en trabajo.
Una vez arreado a la selva, el peón queda prisionero los doce o quince años que, como máximum, resistirá a las labores y a las penalidades que le aguardan. Es un esclavo que se vendió a sí mismo. Nada le salvará. Se ha calculado de tal modo el anticipo, con relación a los salarios y a los
precios de los víveres y de las ropas en el yerbal, que el peón, aunque reviente, será siempre deudor de los patronos. Si trata de huir se le caza. Si no se logra traerle vivo, se le mata"
.
De: La esclavitud y el Estado.

"Me basta el sentido etimológico: “ausencia de gobierno”. Hay que destruir el espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo. Será la hora del libre examen. Los ignorantes se figuran que anarquía es desorden y que sin gobierno la sociedad se convertirá siempre en el caos. No conciben otro orden que el orden exteriormente impuesto por el terror de las armas.
(...) Las leyes y las constituciones que por violencia gobiernan a los pueblos son falsas. No son hijas des estudio y del común asenso de los hombres. Son hijas de una minoría bárbara, que se apoderó de la fuerza bruta para satisfacer su codicia y su crueldad. Tal vez los fenómenos sociales obedezcan a leyes profundas. Nuestra sociología está aún en la infancia, y no las conoce. Es indudable que nos conviene investigarlas, y que si logramos esclarecerlas nos serán inmensamente útiles. Pero aunque las poseyéramos, jamás las erigiríamos en Código ni en un sistema de gobierno ¿Para qué? Si en efecto son leyes naturales, se cumplirán por sí solas, queramos o no. Los astrónomos no ordenan a los astros. Nuestro único papel será el de testigos. Es evidente que las leyes escritas no se parecen, ni por el forro, a las leyes naturales.
(...) Las nueve décimas partes de la población terrestre, gracias a las leyes escritas, están degeneradas por la miseria.
(...) ¿Qué hacer? Educarnos y educar. Todo se resume en el libre examen ¡Que nuestros niños examinen la ley y la desprecien!"

De: Mi anarquismo.


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