lunes, 18 de febrero de 2008

iglesia y dictadura

Cuando se da el golpe de 1976 hay una iglesia partida: una gran parte comprometida en las luchas de liberación -sacerdotes, religiosas y laicos- y la mayoría de la jerarquía -salvo excepciones- comprometida con la Dictadura. Al frente de la Conferencia Episcopal estaba Monseñor Tortolo, que tenía como vicario castrense a Monseñor Bonamín. Ambos forman parte de lo que yo denomino los “cruzados”, que tienen la hegemonía en el Episcopado durante el primer tramo de la Dictadura Militar, hasta el 78. Ellos legitiman no solamente el golpe militar sino también la práctica del terrorismo de Estado y de la desaparición de personas. La Dictadura se autolegitima mediante lo que se denomina la Doctrina de la Seguridad Nacional, pero en Argentina era imposible que esa doctrina se pudiese imponer si no hubiese tenido un componente teológico. Ese componente se lo dio la jerarquía eclesiástica. Hoy Bush habla de la lucha contra “el eje del mal”: para la dictadura era también la lucha entre el bien y el mal, los valores occidentales y cristianos en contra del “marxismo materialista y ateo”. Esos adjetivos -materialista y ateo- en boca de la jerarquía eclesiástica significaban el demonio. Aparte de la gran cantidad de obispos que expresaron su apoyo, y de la estructura de capellanes militares -que no solamente conocían todo lo que sucedía sino que visitaban los Centros Clandestinos y confortaban a los torturadores y a los desaparecedores- creo que este componente teológico fue fundamental para la legitimación de la dictadura militar de su accionar terrorista y genocida. Una legitimación que hizo que gran parte de la propia Iglesia quedara a merced del terrorismo de Estado. Dos obispos -Monseñor Angelelli y Monseñor Ponce de León- fueron asesinados, hay más de un centenar de sacerdotes entre desaparecidos, torturados, encarcelados, y muchos más tuvieron que irse al exilio.

Rubén Dri
(Integrante del histórico Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en la década del ’60, como resultado de una práctica sacerdotal que lo llevó a vivir cerca de los más humildes; militante de diversas orgánicas como Montoneros y el Peronismo de Base, motivo por el cual sufriera primero la cárcel, y más tarde el exilio, Rubén Dri es en la actualidad profesor de Filosofía en la Facultad de Ciencias Sociales de la U.B.A. Autor de varios ensayos, entre los que destacamos La utopía de Jesús, Teología y dominación, Revolución burguesa y nueva racionalidad.)

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