jueves, 4 de marzo de 2010

"el cactus...", por Milus

El cactus floreció de dolor, sabedor de las manos ausentes.
Aquella brisa de confianza
que una vez lo había abrazado para traerlo a casa
había huido,
temerosa de su propio entierro en abismos lejanos,
los mismos de los que pretendía haber olvidado el camino.

La Luna mira, casi insolente, los espectros de la noche.
La vida pasa y no cabe ni en las tinajas propias de la desesperación.
El ave envejece, y no se anima, carente de sonrisas,
sin el fuego desbordante de una caricia
o el temblor de un rostro besado,
unos golpecitos en la espalda para llamar la atención o,
simplemente,
una mañana juntos.

El cactus floreció de dolor, sabedor de las manos ausentes...
Ni aún sus bellas flores pudieron redimir de una vez
ese concierto de estrellas confundidas
que por un tiempo sólo poblaron de gusanos
aquello que prometía ser de mariposas.

Hasta las gotas de la lluvia han cambiado
y se mueven contradictoriamente,
si a veces pisan despacito para no alarmar al corazón,
otras caen abatidas,
desarmadas, rengas de cariño,
estrepitosamente en el vacío.

Pero aquella nube,
carcomida de piedras en su interior,
sigue tejiendo habladurías,
pesadillas de extramuros,
maldades sin razón...
La misma nube que,
cubierta de oscuro olvido,
quiso ahogar las flores del cactus pudiendo regarlas.
Él,
al darse cuenta,
atónito,
se encontró desamparado,
viajando sin saber adónde,
sin la brisa de confianza que lo abrazara para traerlo a casa.

2 comentarios:

Judithllora dijo...

Que bonita y triste la historia del cactus...

=)

juan dijo...

y real, por cierto...

beso!