La celebración del Año Nuevo Criollo es el cierre de un ciclo anual de la naturaleza, de la vida en este lado del planeta. Para el hemisferio norte el 31 de diciembre es una fecha correcta, allí el solsticio de invierno llega el 21 de diciembre y lo festejan diez días después.Para el hemisferio sur, desde el paralelo del Ecuador que divide a la Tierra en estos dos hemisferios, corresponde celebrarlo el 21 de junio, cuando la naturaleza comienza su lento y progresivo retorno, las raíces de los árboles -como bombas impulsoras-empiezan a elevar la savia al tronco y a las ramas, que estaban desnudas, desprotegidas.Por eso corresponde celebrar el 21 de junio. Es la fecha que inicia la temporada invernal, es la noche más larga, las plantas van llenándose de vida, con lentitud, hasta que el primerbrote permita que nazca la flor y ésta se haga fruto. Los animales cambian el pelaje y los humanos van descubriendo que son parte esencial de la naturaleza.América del Sur anda con el calendario equivocado. Pero va creciendo el convite y ya hay varias comunidades de vecinos que deciden, en la noche del 20 de junio, esperar el 21 con comidas criollas, en las mesas hay delicias tales como locro, empanadas y -sin renegar de los orígenes venidos desde Europa-y frutas secas (las mismas que otros comen en pleno verano, cada 31 de diciembre, siguiendo las costumbres europeas).En las mesas hay pasteles de charqui (carne disecada al sol); aji quitucho, como lo llaman en Salta porque se asemeja a un cartucho, vino patero y delicias con miel de caña o pastelitos dulces.El Año Nuevo Criollo es la reivindicación de la vida en el sur del continente.
(*) Julio Rodríguez Ledesma es músico, escritor, director de la Biblioteca Folclórica Itinerante de Argentina y estrecho colaborador en historia y tradición de distintas provincias argentinas. Nació en Atamisqui, Santiago del Estero.-
viernes, 2 de mayo de 2008
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